El proyecto se desarrolló de manera experimental. Inicialmente, se reflexionó sobre formas básicas, como el cuadrado, el círculo y el triángulo, así, se destacó la complejidad desafiante, y eficaz de este último en términos de irreductibilidad y resistencia estructural, a pesar de sus formas compañeras, el cuadrado y el triángulo. Sin embargo, para organizar el proyecto, debía recurrir a la geometría para ordenar y enriquecer la composición. Por el mismo motivo, incorporé elementos, como líneas paralelas y perpendiculares, así como puntos geolocalizadores o hitos, como elementos organizadores. Rematé el diseño con una malla superpuesta, sin comprometer la integridad geométrica; también me permití agregar módulos y cubículos que podrían funcionar como espacios versátiles, similares a cualquier ciudad.

Mantuve el privilegio de las dobles alturas y maximicé las mejores fachadas sin caer en la puesta de placas a plomo, de manera que se mantengan todas las fachadas libres de circulación en las 5 plantas. Al seguir el concepto lecorbusiano, preservé la planta baja para la circulación peatonal y añadí elementos de energía renovable, como dispositivos de captación de energía eólica en la quinta fachada del centro cultural. En conclusión, el proyecto cumple su objetivo como una composición experimental destinada a comprender y desentrañar la noción de “complejidad geométrica” en proyectos arquitectónicos.